lunes, 2 de junio de 2008

Antología sobre la muerte

dedicada a Sergio

Piedra negra sobre una piedra blanca

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París –Y no me corro-
Tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…

César Vallejo

Sin nombre

Nada queda. Nada somos,
Un poco al sol y al aire nos atrasamos
De la irrespirable tiniebla que nos pese
De la húmeda tierra impuesta,
Cadáveres postergados que procrean.

Leyes hechas, estatuas vistas, odas acabadas:
Todo tiene su cueva. Si nosotros, carnes
A las que un íntimo sol de sangre, tenemos
Poniente, ¿por qué no ellas?
Somos cuentos contando cuentos, nada.

Ricardo Reis (Fernando Pessoa)

Lisbon Revisited (fragmento)

No: no quiero nada.
Ya dije que no quiero nada.

¡No me vengan con conclusiones!
La única conclusión es morir.

¡No me traigan estéticas!
¡No me hablen de moral!
¡Sáquenme de aquí la metafísica!
No me propongan sistemas completos,
No me alineen conquistas
De las ciencias (¡de las ciencias, Dios mío, de las ciencias!)
De las ciencias, de las artes, de la civilización moderna.

¿Qué mal hice yo a los dioses todos?

¡Si tienen la verdad, guárdenla!

Álvaro de Campos (Fernando Pessoa)

Soneto

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte;

vencida de la edad sentí mi espada.
Y no hallé cosa en que poner los ojos
Que no fuese recuerdo de la muerte.

Francisco Quevedo

.................
El miedo a nacer se adquiere muy tarde, porque se nace tan al principio que nos falta experiencia para entender qué es esto de nacer. Luego vivimos con miedo a la muerte, pero nuestro miedo sería mucho mayor si descubriéramos que no podemos morir nunca.
…………….

Agonía al nacer, agonía al morir, estrecha entrada a la existencia, estrecha salida de ella. Pero a veces hay una muerte calentita y entrada corta y fácil.

…………….

Vida, todo lo ocultas si puedes pero el Suicida te Juzgó. Pero el Suicida te escapó, se te hizo inalcanzable. Y el Fakir te ignora y te vive: vive sin ti.

…………….
No toda la muerte ocurre o es lo que ocurre al fin del vivir, ni es en ella todo muerte: venía de antes y no ocurre del todo nunca.


De “Todo o nada”, Macedonio Fernández

13 comentarios:

Unknown dijo...

Colorida Escriba: que linda y poética su nueva casita. De todas las habitaciones, que son muy hermosas, me quedo con el soneto de Quevedo. Sencillamente me fascina. Por su perfección, por su visión del paso del tiempo, por ser Quevedo. Es más, me lo dedico a mí mismo y se lo agradezco a Ud. por haberlo colgado.

Ese desierto en que se encuentra en la foto, no creo que tarde mucho en poblarse.

Besos

La escriba gris dijo...

Hernán, gracias, pero comentá María Castaña o me voy a enfurecer como Hera después de cada cornamenta que le ponía Zeus. La venganza de los dioses es terrible, sobre todo la de las féminas despechadas.

Unknown dijo...

Ya cumplí. Pero aviso que me asustan más las mujeres "pechadas" que las "despechadas" ;-)

La escriba gris dijo...

Como todo hombre, Hernán, no sos la excepción de la única regla que no la tiene. Yo, por ejemplo, no represento ningún temor. Por eso yo me jacto de ser un "gran amigo" de mis amigos y amigas. Un viento zonda me hunde de adelante y la sudestada alguna vez se llevó el patio trasero. De costado, soy invisible. Adquiero mi forma mediterránea solo de frente, y soy tan común que tengo una docena de alumnos que a lo largo de 7 años me han preguntado: "usted no es tía de..., sobrina de..., hermana de...". Pero si quisiera ser otra, ya sería ESTELA y, con suerte, por chat quizás, hubiese encontrado a un pelado separado, de cuarenta y tantos y buena billetera. Imaginate: rubia y tetona. Una vez por semana de retoque en la peluquería, sufriendo por que los hijos adolescentes del pelado no me quieren... Esa no soy yo. Los vientos me seguirán arrastrando y esta morocha chata tan significativa como insignificante será la que es o no será nada.
Igual, hombre pequeñito, teneme miedo, las despechadas tenemos nuestros recursos ocultos.

Unknown dijo...

Jaja! Me encantó tu descargo. Pero no me dio nadita de miedo. Y lo de "pequeñito"... ¿Quién te lo contó? jijijí!

La escriba gris dijo...

"Hombre pequeñito", la Storni, a la que el canon actual se encarga de despreciar inmerecidamente, lo decía en uno de sus grandes poemas-denuncia.
En tu caso, la realidad también nos da un dato verosímil.

Fernando G. Toledo dijo...

Vaya, Tánatos en el post y Eros en los comments...

Yo también me quedo con Quevedo, porque con él mi amor es constante. Para no meterme en las pequeñeces y chaturas que nos han tocado en suerte (a las «pechadas» les digo: no-les-tengo-miedo), traeré más tarde algún aporte acerca de la poesía y de la muerte.

La escriba gris dijo...

"Será lo que es o no será nada"... En realidad es una mentira. Si alguno me prestara 6000 pesos, no dudo ni una milésima de segundo en pagar la consulta y elegir las prótesis apropiadas. Una compañera de trabajo se hizo unas tan lindas... que... ¿vale la pena desperdiciar esta uniquita vida para no vernos y hacer disfrutar a otros de unos buenos pechos?
No vale la pena.

sergio dijo...

María Gris (¿recuerda a Amanda Gris de Tacones lejanos?): hace rato que quiero agradecer la dedicatoria, pero el servidor se negaba.

Adoro los poemas de Vallejos y Quevedo.

Buena iniciativa esta de abrir un blog en la que ud antologue lo que le dé la gana (¡hay algo más hermosamente arbitrario que una antología?).

Yo hace rato que tengo idénticas ganas, aunque en mi blog, pues en mi planeta si falta la lectura, no hay nada. O casi.

Y como verá no soy nada pero nada susceptible. Mi ego se regocija hasta con antologías de la muerte.

La escriba gris dijo...

Gracias Sergio, ésta iba dedicada solo a usted. Pero piense que todas tendrán un poquito de mi corazón de fuego para reconfortarlo. Coménteme las otras, que en las noches, en el desierto, se mueren de frío.
Un beso con tornillo.

La escriba gris dijo...

Amanda era de "La flor de mi secreto", ¿o no? Urgente corro a alquilarla. Maldita memoria de los 34.

sergio dijo...

Fetivamente, Amanda Gris, era Marisa Paredes en La flor de mi secreto.

Ah, Cesar era Vallejo, aunque con lo genial que era podría haber sido Vallejos. Cuac!!!

Anónimo dijo...

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